Lo hemos visto: las vicisitudes de los hombres, el vaivén de la historia que escribíamos, la inconstancia para el bien y para el mal (afortunadamente…). Y, aun así, hemos creído. Y hemos salido a cantar, atronadoramente, que ser santo no está tan lejos… Ni lo hicimos brotar, ni lo hicimos crecer, ni le dimos capacidad de dar fruto. Y, aun así, lo vimos brotar, y crecer, y dar mucho fruto. Y, guardando ahora en un armario nuestro polo y nuestra sudadera al ritmo de nuestra canción preferida del musical, deberíamos hacer un hueco al asombro. Porque acostumbrarnos al milagro no nos está permitido.
Vasijas ásperas, vasijas decoradas, vasijas cosidas con lañas, vasijas desportilladas, vasijas pequeñas, vasijas con tara, vasijas finas… todas de barro. Todas continentes de un tesoro. Todas al servicio de Quien nos ha convocado y nos ha enviado.
La parroquia de Nuestra Señora de Altagracia, en Manzanares, nos habéis recibido como un hogar. Y al recibirnos, no recibíais al cantante solista, ni al batería o al bajista. Recibíais a manos llenas el Tesoro.
Y somos testigos de que habéis puesto por delante el servirnos que el disfrutar del espectáculo, con sacrificio y generosidad.
Y eso nos acerca. Nosotros: coros, catequistas, monaguillos y lectores de nuestras parroquias de Cuenca y Tarancón, cantando, tocando y bailando la vida de Carlo; vosotros: coros, catequistas, monaguillos y lectores de vuestra parroquia, acogiendo con amabilidad y una sonrisa a pesar de las horas.
Hablar bien de la Iglesia, al estilo de Carlo, es hablar de nuestra experiencia de musical. Desde dentro, porque nos hemos conocido, sorprendido, ilusionado, perdonado, reconciliado, ayudado, consolado, sonreído… Hacia afuera, porque al norte, al sur y al oeste hemos sido acogidos, cuidados, escuchados, aplaudidos, acomodados, alimentados, abrazados, agradecidos… Porque hemos podido tender puentes con quien adora al mismo Jesús y admira al mismo Carlo que nosotros.
Carlo ha entrado en muchos corazones a partir de un Whatsapp (¡vaya con mi ciberapóstol!, diría Jesús) allá por diciembre de 2022. Las primeras, nuestras pobres vasijas. Después, tantos corazones que han sufrido pérdidas y que han estado en el cielo durante el musical, con su hija en el alma, y han salido consolados por Quien puede consolar. ¿Y tocará más corazones? Jesús, que marcó el paso de Carlo, ya sabe qué corazones tocará. Y sabe cómo.







