San Pablo podría haber escrito una carta a los placentinos, y habría empezado como la primera carta a los tesalonicenses: “gracias a Dios por vosotros, por la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor…”
He ahí una Iglesia, la comunidad en Plasencia de los que siguen a Jesús, unida por ese mismo Jesús a la misma Iglesia de Cuenca que va a anunciar el Evangelio con la fuerza que sólo el Espíritu Santo da…
Porque en la economía de Dios, “al que tiene, se le dará” y nos traemos más de lo que os dejamos… Os dejamos emociones y nos traemos testimonios vivos; os dejamos belleza y nos traemos admiración por vuestras catedrales; os dejamos música y nos traemos la armonía de ser un sólo discipulado de Cristo…
Los detalles en la acogida, las sonrisas de vuestro servicio, tantos grupos (scout, juventud, parroquias, colegios…) aunando esfuerzos, un obispo que recoge los platos (los suyos y los de los otros…) ¿Por dónde empezar a dar(os) las gracias?
Llevamos un musical y nos trajimos una Iglesia viva, una comunión en un mismo Espíritu. Gracias.
Con san Pablo os decimos que “sabéis muy bien que nuestra visita no fue inútil” y que el deseo de volver a encontrarnos y hablar de Carlo se ha acrecentado. Carlo, ese santo que nos atrae para Jesús y que amaba tanto a la Iglesia (“criticar a la Iglesia es criticarnos a nosotros mismos”) nos ha enseñado por vosotros el don que significa ser uno en Jesús.
De nuevo, ¡gracias!
Y también ¡hasta pronto!