Mota del Cuervo, en nuestra provincia, no se dejó ganar en generosidad. Con su auditorio lleno para las dos sesiones (excepto los afectados por una nevada imprevista y enorme… aún no controlamos el tiempo atmosférico…) tuvo por unas horas a Carlo vivo y dicharachero y el público aplaudió con alegría, encendió las linternas de los móviles al ritmo de la canción final y nos arropó antes y después de las funciones, buscando incluso refugio por si la nevada nos impedía volver en autobús esa noche. ¡Gracias a su párroco, D. Jesús, por velar por nosotros!
Orgullo de pastor
La oveja protagonista siempre será la que se perdió del rebaño. Pero las otras ovejitas del...